La importància de les abraçades
No hay nada más agradable que el calor familiar y, por eso, después de haber disfrutado las Navidades en familia, la vuelta en enero se hace algo cuesta arriba… Los peques echan de menos los días pasados con sus padres.
Hubo un niño que la primera semana después de estas fiestas estaba muy sensible, lloraba con facilidad y con mucha pena. Cada vez que lloraba, le preguntaba qué le pasaba y siempre obtenía por respuesta un “No séééé…”. Así que una mañana, lo cogí en brazos y le volví a preguntar qué le pasaba, por qué lloraba, cómo estaba su corazón. Me miró y me dijo que su corazón estaba triste porque quería a su mamá. Nos miramos durante unos segundos callados y me dijo:
- Como no tengo a mi mamá, ¿me das tú un abrazo?
- ¡Por supuesto que te doy un abrazo! – le contesté.
Así que, se sentó en mi regazo y le abracé. Poco a poco se fue haciendo un ovillo entre mis brazos y, después de un profundo suspiro, noté que ya estaba más tranquilo y le pregunté si estaba mejor.
- Sí, mi corazón ya no está tan triste, pero sigo queriendo estar con mi mamá.
- Te entiendo, yo también echo mucho de menos estar con mis hijos, jugar con ellos…
Y para mi sorpresa me preguntó:
- ¿Quieres un abrazo?
No me dio tiempo ni a contestar cuando ya lo tenía otra vez en mi regazo dándome uno.
- ¿A que ya estás mejor? ¡Es que te he dado un súper abrazo!
¡Y la verdad es que son muy reconfortantes! No cabe decir que terminamos toda la clase dándonos abrazos para sentirnos mejor, pero, para mi sorpresa, se oyó una vocecilla que dijo:
- ¡Oyeeeeee, que tenemos que hacer la asamblea!
Y otro peque le contestó:
- Ya la haremos mañana, que esto es más importante.
Gracias por querer, respetar y cuidar a nuestros hijos.